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Y Bélgica no se quedaba atrás. Actualmente, no tienen ni la mitad de excelentes futbolistas que tenían en los '80. Tales son los casos de los Scifo, Ceulemans, Gerets y Pfaff. En el fútbol actual se puede dar que en la previa dos grandes equipos llenos de estrellas prometan un gran encuentro. La triste realidad es que terminen jugando peor que un Ferro-Deportivo Español de principios de los '90. Pero en tierras aztecas se vieron partidos impresionantes: Francia-Brasil, Argentina-Inglaterra, España-Dinamarca, etc, etc. De todos ellos, el mejor fue el que jugaron la URSS frente a los belgas por los Octavos de Final del Mundial de México 1986. Un partido electrizante donde varias veces se conmovió el marcador, y en el cual se pudieron observar goles para todos los gustos. Sobretodo el primero, el de Igor Belanov a los '27. Un golazo impresionante desde afuera del área y desde una posición bastante complicada. De esos goles que no se ven hoy en día: un derechazo al ángulo tan explosivo que el arquero Pfaff sólo atinó a mirar como se sacudía la red violentamente.
El juego asociado de los soviéticos, con toques exactos y paredes en velocidad, sorprendió a los de Vicenzo Scifo que la pasaron bastante mal y que debieron irse con un par de goles más al término del primer tiempo, más allá de que Bélgica también contó con sus ocasiones para marcar. La mala puntería de Belanov y las grandes atajadas de Pfaff permitieron que la ventaja sólo haya sido de un gol.
Pero los belgas también tenían un par de muchachos que manejaban bien la pelota. Y en el comienzo de la segunda etapa, el talentoso Scifo empató en posición adelantada, luego de que los soviéticos se perdieran el gol en dos oportunidades. Una, gracias al poste derecho de Pfaff y, la otra, gracias a la espectacular acción de Vervoort despejando el balón casi sobre la línea. Demasiadas oportunidades desperdiciadas y que en un mundial se pagan caro. El gol de Scifo, luego de un excelente control tras un centro desde la izquierda, desnudó las falencias del fondo de la URSS.
A la mitad del segundo tiempo, Belanov puso nuevamente en ventaja al conjunto de Lobanovsky, al definir sobre la salida de ese gran arquero que fue Pfaff. Pero poco después se repitió la historia: Rats se perdió un gol increíble y Ceulemans volvió a empatar, en posición fuera de juego. El 2 a 2 era un poco injusto en un partido marcado por los errores defensivos y por un ida y vuelta infernal, donde cada llegada al arco contrario parecía que iba a terminar en gol. En los últimos minutos el travesaño salvó a la valla de Pfaff y Dassaiev le sacó de manera impresionante un cabezazo a Scifo sobre la línea. Era el momento de ir al tiempo extra.
Al comienzo del 1º tiempo suplementario, la URSS siguió atacando con intensidad. Pero Ceulemans y Scifo manejaban mejor la pelota y Aleinikov ya no aparecía tanto en la mitad de la cancha. Además, Lobanovski había sacado a Zavarov del campo. Nuevamente, Pfaff salvó en dos oportunidades su arco, hasta que los belgas hilvanaron una jugada por la derecha. De ese centro, apareció sólo por el segundo palo Demol que, con un potente cabezazo, puso el 3 a 2.
Cuando estaba promediando el 2º tiempo, a los 110 minutos, Claesen, luego de una excelente volea, marcó el cuarto tanto. Finalmente, un minuto después, Belanov descontó de penal. En los últimos minutos la URSS buscó el empate salvador, aunque la selección belga tuvo sus oportunidades para ampliar el resultado. En la última jugada, Pfaff sacó una pelota imposible por sobre el travesaño y el árbitro sueco Fredriksson pitó el final del encuentro. Un partidazo donde ninguno de los dos merecía quedarse afuera... y pensar que en los últimos mundiales vimos más de un partido donde los dos equipos jugaron tan mal que merecieron volverse a sus países.
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