sábado, 30 de octubre de 2010

Diego Ribas Da Cunha

Tratando de hacer memoria sobre jugadores con dotes teatrales, o que se la pasan en el piso cuando les hacen cuerpo, o que apenas buscan el suelo cuando los tocan con la mano, me dije Diego no puede faltar. Es obvio que no me refiero al "Diego", porque a Maradona lo cagaban a patadas y se levantaba y seguía jugando. Y por más que lo fajaban, él seguía encarando y lo hacía con más vehemencia a sabiendas que le iban a dar unas lindas murras.

Pero al Diego que me refiero es al jugador brasilero de la Juventus de Italia. Un jugador talentoso que pintaba para algo más pero que se quedó. Es de esos jugadores livianitos, que apenas los tocan buscan la falta y la aprobación del árbitro para que pite el foul.

Se dio a conocer en aquel Santos donde tenía como socio a Robinho, allá por el 2003 cuando perdieron la final de la Copa Libertadores ante el Boca de Tévez. Luego pasó por el Porto, el Werder Bremen hasta recalar en la Juve. Un futbolista con buena visión de juego y pegada, pero que se tira todo el tiempo al piso. La verdad, es insoportable ver a un tipo que corta el juego con sus mañas. Pero bueno, ya sabemos que muchos jugadores brasileños tienen predilección por la actuación. Y lo peor de todo es que en algunas oportunidades son tan malos actores que es increíble como los árbitros les cobran faltas inexistentes. Porque es feo cuando un partido es cortado por culpa de violencia de los defensores o mediocampistas de un equipo sobre el que ataca. Pero también es horrible ver a tipos que buscan el engaño constante y que quieren sacar tajada a cualquier contacto.

Diego lo hace en cada partido que disputa con su equipo en el campeonato italiano. Además, hacía lo mismo cuando jugaba para la selección brasileña. Para alguien que no se pone colorado para sacar ventaja, este post es para Diego, un gran émulo de Douglas Fairbanks.

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