domingo, 15 de agosto de 2010

Bélgica 4 - Unión Soviética 3


No siempre los rusos fueron medio pataduras. Hoy en día tienen pocos jugadores talentosos (Arshavin, por ejemplo). Pero hubo una época grande del fútbol de la Madre Rusia, cuando todavía existía la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En aquel entonces, jugaban Belanov, Aleinikov, Kuznetzov, Zavarov, Protasov y Dassaiev, entre otros grandes. Esta gran generación había perdido por poco contra el impresionante Brasil de Zico, Sócrates, Falcao y Junior en el Mundial '82. Luego, ganaría la final de los Juegos Olímpicos de Seúl al Brasil de Romario y saldría subcampeona de Europa contra la Holanda de los Van Basten, Gullit, Rijkaard y Koeman en 1988.

Y Bélgica no se quedaba atrás. Actualmente, no tienen ni la mitad de excelentes futbolistas que tenían en los '80. Tales son los casos de los Scifo, Ceulemans, Gerets y Pfaff. En el fútbol actual se puede dar que en la previa dos grandes equipos llenos de estrellas prometan un gran encuentro. La triste realidad es que terminen jugando peor que un Ferro-Deportivo Español de principios de los '90. Pero en tierras aztecas se vieron partidos impresionantes: Francia-Brasil, Argentina-Inglaterra, España-Dinamarca, etc, etc.  De todos ellos, el mejor fue el que jugaron la URSS frente a los belgas por los Octavos de Final del Mundial de México 1986. Un partido electrizante donde varias veces se conmovió el marcador, y en el cual se pudieron observar goles para todos los gustos. Sobretodo el primero, el de Igor Belanov a los '27. Un golazo impresionante desde afuera del área y desde una posición bastante complicada. De esos goles que no se ven hoy en día: un derechazo al ángulo tan explosivo que el arquero Pfaff sólo atinó a mirar como se sacudía la red violentamente.

El juego asociado de los soviéticos, con toques exactos y paredes en velocidad, sorprendió a los de Vicenzo Scifo que la pasaron bastante mal y que debieron irse con un par de goles más al término del primer tiempo, más allá de que Bélgica también contó con sus ocasiones para marcar. La mala puntería de Belanov y las grandes atajadas de Pfaff permitieron que la ventaja sólo haya sido de un gol.

Pero los belgas también tenían un par de muchachos que manejaban bien la pelota. Y en el comienzo de la segunda etapa, el talentoso Scifo empató en posición adelantada, luego de que los soviéticos se perdieran el gol en dos oportunidades. Una, gracias al poste derecho de Pfaff y, la otra, gracias a la espectacular acción de Vervoort despejando el balón casi sobre la línea. Demasiadas oportunidades desperdiciadas y que en un mundial se pagan caro. El gol de Scifo, luego de un excelente control tras un centro desde la izquierda, desnudó las falencias del fondo de la URSS.

A la mitad del segundo tiempo, Belanov puso nuevamente en ventaja al conjunto de Lobanovsky, al definir sobre la salida de ese gran arquero que fue Pfaff. Pero poco después se repitió la historia: Rats se perdió un gol increíble y Ceulemans volvió a empatar, en posición fuera de juego. El 2 a 2 era un poco injusto en un partido marcado por los errores defensivos y por un ida y vuelta infernal, donde cada llegada al arco contrario parecía que iba a terminar en gol. En los últimos minutos el travesaño salvó a la valla de Pfaff y Dassaiev le sacó de manera impresionante un cabezazo a Scifo sobre la línea. Era el momento de ir al tiempo extra.

Al comienzo del 1º tiempo suplementario, la URSS siguió atacando con intensidad. Pero Ceulemans y Scifo manejaban mejor la pelota y Aleinikov ya no aparecía tanto en la mitad de la cancha. Además, Lobanovski había sacado a Zavarov del campo. Nuevamente, Pfaff salvó en dos oportunidades su arco, hasta que los belgas hilvanaron una jugada por la derecha. De ese centro, apareció sólo por el segundo palo Demol que, con un potente cabezazo, puso el 3 a 2.

Cuando estaba promediando el 2º tiempo, a los 110 minutos, Claesen, luego de una excelente volea, marcó el cuarto tanto. Finalmente, un minuto después, Belanov descontó de penal. En los últimos minutos la URSS buscó el empate salvador, aunque la selección belga tuvo sus oportunidades para ampliar el resultado. En la última jugada, Pfaff sacó una pelota imposible por sobre el travesaño y el árbitro sueco Fredriksson pitó el final del encuentro. Un partidazo donde ninguno de los dos merecía quedarse afuera... y pensar que en los últimos mundiales vimos más de un partido donde los dos equipos jugaron tan mal que merecieron volverse a sus países.

Claudio Ranieri

Cuando tuve que pensar en un técnico ultradefensivo, de esos bien amargos, que son capaces de arruinar carreras de futbolistas talentosos, he de reconocer que varios se me vinieron a la cabeza. Pero la primera imagen que se me vino, sin duda alguna, fue la del actual ténico de la AS Roma, Claudio Ranieri.

Dirigió a varios equipos europeos donde (no) se cansó de dejar en el banco a tipos como Aimar en el Valencia (al igual que lo hacía Héctor Cúper) o a Del Piero en la Juve. Es cierto que ganó una Copa del Rey, una Coppa Italia con la Fiore y se llevó varios subcampeonatos. Lo que no entiendo todavía es cómo logró ganar algunos (pocos) títulos jugando tan asquerosamente. Y dejo de pensar: me acuerdo de los tanos que ganaron un mundial jugando así.

Este tipo de entrenadores se caracterizan por pensar en "no jugar". Son los que salen a la cancha con un 4-4-2 o un 4-5-1. Generalmente, juegan sin enganche (ah... ahora entiendo, con razón no lo hacía jugar a Aimar). Y como buen italiano, a Claudio no sólo le gustan las pastas, también le gusta el "doble 5" (aunque en realidad, a casi todos los europeos). Cuando va abajo en el marcador, es capaz de seguir jugando con dos líneas de cuatro hasta que al minuto 82, más o menos, se da cuenta que no le queda otra que meter a un delantero. A veces, cuando le agarra un ataque de audacia, saca a un delantero para que entre otro... Pero si va perdiendo 2-0, ahí se "anima" y mete a uno de área (generalmente, poco dúctil en el manejo de la número cinco) para que le tiren centros a la olla hasta lograr el milagro. Es que Ranieri es de la raza de técnicos que se aferran a la ilusión de un partido cerrado, los que esperan que le llegue la oportunidad para armar una contra y ponerle el "candado" al resultado.

Sin ir más lejos, recordemos el último mundial: Grecia iba perdiendo con Argentina y Otto Rehhagel (quien tuvo más suerte que Ranieri, ya que ganó una Eurocopa con esa selección) no se animaba a hacer las sustituciones que necesitaba para que su equipo no quede afuera del mundial. Prefirió hacer unos cambios defensivos para que no le hagan más goles, pero... Grecia igual quedaba fuera del mundial. ¿Quién te entiende "Otto"?